La impresión 3D está experimentando un crecimiento rápido y se ha democratizado hasta llegar a los hogares de los particulares. Pese a sus grandes ventajas, esta tecnología genera nuevas vías de infracción de derechos de propiedad intelectual e industrial que todavía no han encontrado soluciones plenamente satisfactorias. En este trabajo se abordan diferentes soluciones técnicas y jurídicas que la Unión europea está valorando para proteger tanto a los creadores como a los usuarios.

INTRODUCCIÓN La cultura es intrínseca a la sociedad y puede entenderse como el conjunto de aspectos intelectuales y artísticos que nos caracteriza. A medida que el hombre ha ido evolucionando, la cultura se ha ido transformando y sus formas de expresión se han ampliado. Todo ello ha hecho que hoy en día sea más fácil tener acceso a obras o invenciones, pero también crearlas gracias a tecnología disruptiva. Un claro ejemplo es la democratización de la impresión tridimensional (3D). Esta tecnología es el objeto de estudio que se pretende tratar en los siguientes apartados, abordando los retos que supone en los ámbitos de la propiedad industrial e intelectual, pero también las ventajas para la industria creativa y cultural. I. CONCEPTO: LA IMPRESIÓN TRIDIMENSIONAL La impresión 3D o “fabricación aditiva”, difiere de los procesos de reproducción tradicionales puesto que produce objetos mediante la creación de capas sucesivas, plasmándose las unas sobre las otras . Aunque la impresión 3D sea un tema de

actualidad, se ha de echar la vista atrás para encontrar su origen, concretamente hasta finales de los años 70, cuando se comenzó a utilizar en la industria. Todo surgió por medio de una broma que redactó David Jones en su columna del “New Scientist”, bajo el pseudónimo “Daedalus” en 1974. En ella explicaba cómo podría usarse un láser a través de plástico líquido y que este se solidificase. Sorprendentemente, lo que fue una broma, en 1977 se transformó en la concesión de una patente sobre, esencialmente, la misma invención pero en beneficio del inventor Wyn Kelly Swaison, siguiendo el principio “First to Invent” que resultaba aplicable en Estados Unidos. Desde entonces, la impresión 3D ha seguido evolucionando y ha llegado a los hogares del consumidor medio, haciendo posible imprimir casi cualquier cosa con la ayuda de un ordenador o un escáner 3D, y un archivo CAD (“Computer - Aided Design”) . Se ha de tener en cuenta que las posibilidades de…