Sobre Los discursos de Catón y Lucio Valerio en el 195 a.C., de Alicia Valmaña Ochaíta

El texto analiza los aspectos esenciales que la A. estudia en su obra sobre la finalidad de la lex Oppia, norma que, en un contexto social y económico difícil para Roma debido a los conflictos bélicos, imponía una serie de prohibiciones a las mujeres. Una vez superada la grave situación económica propiciada por la segunda guerra púnica, las mujeres romanas abandonaron su espacio doméstico tradicional para exigir la derogación de la lex y su “derecho al triunfo”. Cobran gran importancia en la obra los discursos de Tito Livio que reflejan las discrepancias entre el cónsul Catón y el tribuno Lucio Valerio en torno a la finalidad de la aprobación de la ley y a su posible derogación.


Ángel Patiño Amor
Doctorando. Universidad de Castilla-La Mancha
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Afortunadamente, el importante papel de la mujer en la Historia no nos es desconocido en la actualidad. Sin embargo, dicha relevancia ha sido ignorada durante siglos, por lo que existen numerosos capítulos históricos cuyas protagonistas femeninas todavía han de ser reveladas.

A esta labor de dar voz a las mujeres de la Antigüedad ha contribuido Alicia Valmaña Ochaíta que, con una prolongada trayectoria en la materia, ha plasmado una vez más su interés en la mujer romana, en esta ocasión a través del estudio de una norma que tenía como sujetos afectados a las mujeres -matronas- de época republicana.

El objeto de análisis es la lex Oppia (aprobada en un contexto bélico muy adverso para Roma), que prohibía a las mujeres llevar vestidos de color púrpura, más de media onza de oro y circular en carruaje por la ciudad o alrededores, salvo para asistir a ceremonias religiosas. Una vez superada la grave situación económica, las mujeres romanas abandonaron el espacio doméstico que tradicionalmente les correspondía, para exigir a los hombres, como refleja la A. en palabras de Livio, 34, 1, “que en vista del florecimiento del Estado y de que todas las fortunas privadas crecían de día en día, permitieran que también a las matronas les fuera devuelto su antiguo esplendor” (pág.12).

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